El coste de las interrupciones del smartphone y la tecnoferencia

¿Son las notificaciones las responsables de las interrupciones del smartphone? ¿Por qué sentimos la necesidad de estar continuamente conectados? ¿Cuáles son las consecuencias de abusar del “modo multitarea”? ¿Qué coste tiene para la salud y en nuestras relaciones personales las interrupciones tecnológicas? ¿Qué es la tecnoferencia? El objetivo de este artículo es mostrar que somos realmente nosotros los que podemos y debemos gestionar las interrupciones del smartphone. La finalidad es encontrar un adecuado equilibrio que nos permita disfrutar del mundo digital y presencial, ser más productivos y gestionar mejor nuestra limitada energía.

¿Quién o qué nos interrumpe?

En un interesante estudio realizado por Heitmayer y Lahlou (2021), se analizó la influencia percibida de la disrupción que las notificaciones de los smartphones tienen según las circunstancias y el contexto. Los autores analizaron 200 horas de grabación. Fueron los propios participantes seleccionados para la investigación los que grabaron su comportamiento al portar una pequeña cámara en unas gafas. Los investigadores estudiaron más de 1130 interacciones para ver por qué los participantes cogen el móvil, las preferencias que tienen sobre las notificaciones y los hábitos y estrategias que siguen.

En el estudio se concluye que el problema de las interrupciones no es causado realmente por las notificaciones de los dispositivos. Sí lo son las interrupciones internas de las personas al no sentirse satisfechas por la frecuencia de su uso. Es decir, se provocan auto-interrupciones de manera involuntaria.

Gracias a las entrevistas realizadas posteriormente, los investigadores averiguaron que las interrupciones son más cortas cuando surgen notificaciones de los dispositivos que con las auto-interrupciones. En cualquier caso, las notificaciones son vistas con una visión fatalista puesto que los participantes sintieron la necesidad de revisar las actualizaciones. Parece ser que la presión social de estar disponibles y la preocupación de perderse algo importante (síndrome FOMO) aumenta conforme pasa el tiempo. Esto acaba provocando que se use el smartphone.

Otro interesante resultado obtenido en este estudio, es que los usuarios tienen dificultades para usar los dispositivos para aquello que originalmente tenían pensado. De esta manera, pasan más tiempo del previsto. Las aplicaciones que incorporan un feed o similar (presente en redes sociales) pueden causar en gran medida este desajuste.

La duración de las interacciones con los dispositivos depende también de la localización, siendo en el hogar y en el transporte público donde son mayores. Son menores en el trabajo y cuando se está en compañía.

Parece que configurar adecuadamente el sistema de notificaciones no es suficiente. Detrás, existe una serie de comportamientos automáticos e inconscientes que se refuerzan tras cada uso. Estados de frustración, aburrimiento o agotamiento aumentan la posibilidad de auto-interrumpirnos. También parece que consultar el smartphone durante escasos segundos (25% de la interacciones son de 40 segundos y el 50% de 137 segundos, según datos del citado estudio) forma parte de un ritual cuando entrelazamos tareas. Es decir, como si fuese una especie de descanso para nuestra mente antes de comenzar otra actividad. Sin embargo, el efecto es el contrario.

Adicción a la información y necesidad de reconocimiento social

En el libro Salud Salvaje, Marcos Vázquez argumenta desde una perspectiva evolutiva, que muchas de las aplicaciones actuales están diseñadas para satisfacer dos de nuestros instintos básicos: búsqueda de nueva información y necesidad de reconocimiento social.

Búsqueda de nueva información. Según el autor, a nuestro cerebro le atrae la información novedosa. Muy probablemente sea porque se asocia a que nueva información otorga poder. Sin embargo, un exceso en la búsqueda de información acaba provocando efectos negativos, puesto que la información consume atención y ésta es limitada. “Las redes sociales producen mentes distraídas y atenciones fragmentadas” (p.197). Además, este exceso puede provocar una especie de síndrome de abstinencia, provocando, por ejemplo, que las relaciones presenciales parezcan menos interesantes que las virtuales.

Necesidad de reconocimiento social. En muchas ocasiones, nuestra actividad en redes sociales busca mejorar nuestro estatus social. Mostramos una identidad digital interesada e influenciada por la aprobación de los demás. Muchos estudios indican que mayor tiempo en redes sociales se asocia a más depresión y menor satisfacción con la vida. Menos claro está que propicie estados de ansiedad (Hodes y Thomas, 2021).

La multitarea y las interrupciones del smartphone en el trabajo

Hacer más de una tarea a la vez provoca un alto coste en nuestra limitada capacidad de atención. Sabemos que esta multitarea no es otra cosa que un cambio fugaz de atención de un lado hacia el otro. Como si fueran interruptores que se apagan y se encienden rápidamente. Este “coste de cambio” (citado en este artículo) provoca pérdida de tiempo cuando tenemos que retomar la tarea de nuevo.

Además, impacta negativamente en el rendimiento académico y en la memoria. Y como sucedía anteriormente, estados de agotamiento influyen negativamente en nuestra capacidad de autocontrol. Esto provoca que cuando más cansados estamos más vulnerables somos a caer o buscar la multitarea.

Por cierto, si tu personalidad es más introvertida que extrovertida, debes sabes que tu coste por la multitarea será todavía mayor. Los introvertidos nos solemos concentrar bien y con facilidad en una sola tarea y en entornos poco cargados de estímulos. En el libro de Susan Cain puedes saber más sobre la personalidad de los introvertidos.

Tampoco parece una buena idea agotar nuestra capacidad de atención a base de multitarea y con interrupciones en el trabajo para atender asuntos familiares. Derks et al. (2021) estudiaron el uso del smartphone en 67 empleados. Los investigadores concluyen que las interrupciones aumentan la carga de trabajo por acumular tareas sin terminar, reduciendo así las oportunidades de recuperación al final de día.

Esto acaba provocando aumento de la tensión y agotamiento emocional. Esta disminución del bienestar, angustia e irritación se acentúa cuando el trabajo es más importante para los trabajadores que la propia familia. Estos resultados coinciden con los recogidos, por ejemplo, en Zurcher et al. (2020) mientras se estudiaban los efectos de la llamada tecnoferencia.

La tecnoferencia y las interrupciones en la familia

Brandon McDaniel y colaboradores han publicado varios estudios (2016, 2018, 2018, 2020) investigando la tecnoferencia. Este concepto hace alusión al conjunto de interrupciones del smartphone y otras tecnologías durante las interacciones que se producen en el ámbito familiar (pareja e hijos). Estas interrupciones pueden ser variadas: revisar el correo electrónico, jugar a videojuegos, ver vídeos, compras online, etc. También se incluyen las interrupciones breves por sonidos o luces de las notificaciones de los dispositivos.

La tecnoferencia acaba provocando multitarea, indicando, por ejemplo, que aceptamos estas interrupciones porque son nuestra prioridad. Seguro que alguna vez te has visto en una reunión que se interrumpe porque una persona atiende una llamada telefónica. O cuando estás en una tienda y te dejan de atender porque suena el teléfono. ¿Has sentido que en ese momento tú no eras lo importante?

Según estos estudios y otros (Meeus et al., 2021; Zurcher et al., 2020) la tecnoferencia provoca más conflicto, menos percepción de la compañía, menos apoyo emocional y nuevamente, síntomas depresivos. Son utilizadas para retirarse activamente de las responsabilidades parentales (desvinculación deseable) y para desestresarse, lo cual acaba saliendo caro.

Zurcher et al., (2020) llegaron a la conclusión en su estudio que la tecnoferencia amenaza la seguridad de los hijos y acaba provocando en ellos una búsqueda de límites para captar la atención de sus padres. Normalmente esta secuencia acaba con respuestas duras de los padres ante las demandas de sus hijos. En la investigación de Hiniker et al. (2015) se observó que el 44% de los padres ni siquiera responde a las preguntas de sus hijos mientras estaban utilizando los smartphones. Cuando no los utilizaban, sí lo hacían en un 89% de las ocasiones.

Ideas para reducir el coste de las interrupciones del smartphone y la tecnoferencia

Estos estudios no son determinantes puesto que por ejemplo, no recogen muestras lo suficientemente representativas. Sin embargo, si nos dan más pistas de nuestros comportamientos para ayudarnos a crear estrategias que ayuden a reducir el coste de las interrupciones y la tecnoferencia. Aquí algunas útiles que personalmente utilizo y me suelen funcionar bastante bien.

  1. Delimita bien los mundos personales, familiares y profesionales. Hay muchas estrategias para acercarnos a este gran objetivo. Se trata de separar muy bien tiempos y espacios para cada uno de estos tres grandes bloques. Crea límites. Para ello hay que priorizar, ajustar las expectativas con nuestra realidad, monitorizar en qué gastamos nuestro tiempo y, en definitiva, otorgar a cada “mundo” el tiempo, el espacio físico y la energía suficiente para cumplir nuestras obligaciones y satisfacer nuestros deseos y necesidades. Permitir que las interrupciones del smartphone mezclen esos mundos no parece que sea muy buena idea. Te recomiendo un libro de Luis Muiño por si quieres conocer ejercicios prácticos sobre el tema.
  2. Configura tus notificaciones. Hemos visto que realmente las notificaciones no son las principales responsables de las interrupciones del smartphone y sí los factores internos. Es importante tener claro que no dependemos de las herramientas para controlar nuestros hábitos. Sin embargo, es pertinente aprovechar las opciones de los dispositivos para eliminar alertas innecesarias como sonidos y ventanas emergentes para que te ayuden a tener el control interno y no molestar a los demás.
  3. Abandona la multitarea. En caso contrario, te agotarás antes, serás menos productivo y tu sensación de bienestar será peor. Llegarás a casa con mal humor y probablemente sin energía para disfrutar de tu familia o amigos. Como hemos visto anteriormente, a mayor agotamiento mayor es la posibilidad de provocar las auto-interrupciones. Es mejor centrar la atención en una tarea, terminarla y luego empezar otra. Si tienes muchos frentes abiertos, no trabajes en ellos todos los días, distribúyelos por días o rangos de horas amplios. En caso de no sea posible, tendrás que prestar más atención en tu descanso.
  4. Planifica tu descanso. No hay evidencia alguna que indique que auto-interrumpirnos entre cambios de actividades con el smartphone sea una estrategia efectiva para desestresarse. Más bien lo contrario. Lo que sí sabemos que ayuda más allá de una buena alimentación y descanso nocturno: ejercicio por zonas de naturaleza, unos minutos de meditación (mi app favorita) o escuchar tu musica preferida. Para no llegar al agotamiento emocional es importante incorporar también pequeñas dosis de descanso entre tareas sin el uso de tecnología. 6-7-8 horas de descanso nocturno no son suficientes.
  5. Crea hábitos de desconexión y conexión con los demás. No es mala idea fijar horarios y espacios en el hogar (y en el trabajo) en el que no se utilice el smartphone u otros dispositivos. Por ejemplo, es buena práctica desconectar los teléfonos dos horas antes de dormir, no comer con los móviles en la mesa o no atender llamadas mientras estamos disfrutando de una actividad en familia o manteniendo una conversación. A cambio, debe haber espacios destinados para conectarse al mundo digital y satisfacer así nuestras necesidades.
  6. Ayuno digital intermitente para encontrar tu equilibrio. Olvida el detox digital sin cambios de hábitos. Alejarte drásticamente de la tecnología de manera puntual te puede valer para tomar conciencia de ciertas cosas, pero si no eliminas hábitos  y creas otros nuevos no te servirá para mucho más. El objetivo es adaptarnos al mundo digital y hacer ajustes con cambios sostenibles en el tiempo. El mundo digital no está hecho -todavía- para los cerebros Sapiens, ten paciencia y no lo satures. La finalidad de hacer ayunos digitales intermitentes es concentrar en determinados momentos el uso de la tecnología, incorporando pequeños y grandes descansos en su uso. Puedes ampliar más sobre esto en este artículo.

En resumen, una vez más el smartphone puede ser una excelente herramienta según los hábitos de uso que NOSOTROS decidamos. Luis Muiño recoge en su libro La mente del futuro que “saber que estamos escapando temporalmente del mundo real y tener el control para poder regresar a él es una parte fundamental de nuestra relación con el mundo de las máquinas” (p.143). Las auto-interrupciones, interrupciones del smartphone y la tecnoferencia nos pueden provocar serios problemas profesionales y personales.

Nuestra salud puede empeorar lentamente y de manera casi silenciosa, provocando un mayor agotamiento emocional, síntomas depresivos, peor rendimiento cognitivo y, en general, peor percepción de bienestar general. Para aprovechar las efectos positivos es necesario tomar el control interno y crear hábitos saludables para encontrar un balance entre lo digital y la presencialidad física y mental.

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