A ver si te suena lo siguiente. Llegan los exámenes. Los estudiantes están estresados, cansados y, sobre todo, desmotivados. No encuentran utilidad en lo que tienen que estudiar. Muchos se esfuerzan con pobres resultados. No repetir una asignatura o curso se convierte en el principal aliciente para estudiar. Pasados unos días, no recuerdan casi nada de lo que supuestamente aprendieron. No sé a ti, pero a mí me resulta muy familiar. Yo era uno de esos estudiantes antes de llegar a la universidad.
En este artículo escribo sobre el papel de la motivación para estudiar. Un concepto del que se habla mucho pero que no se suele aprovechar lo suficiente. En ocasiones confundimos la motivación con los gustos de los estudiantes o aquello que provoca placeres hedónicos. Además, sobrevaloramos la fuerza de voluntad que tienen muchos estudiantes. Vivir del esfuerzo tiene un coste muy elevado y, no nos engañemos, nuestro cerebro busca el éxito con el menor coste posible. No podemos continuamente ir en contra de este principio evolutivo básico que tantas adaptaciones nos ha permitido.
Desde esta perspectiva, mostraré una serie de estrategias para que, de manera motivada, los estudiantes puedan retener la información que necesitan y convertirla en conocimiento que perdure lo máximo posible. El objetivo es aprender más con el menor coste posible y con los resultados deseados. Ya sea en un examen de Secundaria, selectividad, en la universidad o en oposiciones, seguro que encontrarás ideas que te ayudarán a ti o a tus estudiantes.
Manejar el proceso de motivación
Antes de pasar a las estrategias relacionadas con el estudio, te resumo qué es la motivación y su proceso. Sabemos que entender a nivel teórico un concepto mejora la adherencia de las propuestas prácticas. No podemos manejar la motivación si desconocemos cómo surge. En el artículo me centro en los exámenes, pero esto es útil para seguir un programa de entrenamiento deportivo, un plan nutricional, etc.
La motivación es un proceso psicológico básico que se ha visto influido por la filosofía, la fisiología y finalmente por la psicología. Su finalidad es explicar cómo y por qué se inicia y se mantiene una conducta. Se suele definir como un proceso adaptativo que activa, dirige y mantiene el comportamiento de una persona hacia un objetivo o meta. Requiere de energía (activación) y de objetivos que lograr (dirección).
Existen varios modelos para explicar el proceso de motivación. Personalmente, me gusta seguir el de Palmero y que puedes ver en la siguiente imagen elaborada por Sanz y colaboradores (2019).
Vemos dos momentos. En el primero, se toman decisiones para elegir objetivos. En el segundo, se pone en marcha el proceso de evaluación o control de resultados (parciales y finales). Es un proceso influenciado por factores externos pero que depende de la percepción de la persona.
El ajuste entre el valor de los objetivos y la expectativa de éxito debe estar en perfecta armonía para que exista una motivación alta. Si una persona percibe baja autoeficacia o competencia ante un objetivo no fijado por ella misma, la probabilidad de que esté motivado es realmente baja. También vemos como la persona debe valorar su progreso para tomar decisiones y ajustar o recalibrar objetivos cuando sea necesario.
Lecciones que podemos extraer de las bases del proceso motivacional:
– Fijar objetivos es esencial. Deben ser claros, realistas y medibles. Es muy importante desglosar una gran meta en varios objetivos parciales. En un maratón pensamos primero en pasar por el kilómetro diez. Después pensamos en nuestra marca al paso de la media maratón. A continuación, nos centramos en el «muro» y luego pensamos en los últimos Kms. Cuando vemos cerca la consecución de un objetivo aumenta la motivación.
– Debemos analizar muy bien nuestras limitaciones y competencias. Esto nos ayudará a ajustar nuestros retos con nuestras habilidades. Es una de las bases del concepto de flow. Debemos manejarnos adecuadamente con la llamada dificultad deseable.
– Aunque los factores externos influyen mucho, el peso fuerte de la motivación depende la percepción de la persona. No esperes a que nadie te motive, pero tampoco dejes que te desmotiven.
– Piensa en objetivos que den resultados. Si eres productivo y tienes éxito, estarás motivado. Lo que de verdad anima es ver como un esfuerzo provoca resultados.
– No busques o evalúes solo los resultados finales. Normalmente no dependen de uno mismo. Una de las claves para mantener la motivación es la valoración de los pasos que vamos dando y nuestro sentido de autoeficacia.
– Los objetivos son revisables. No es cuestión de cambiar la meta cuando las cosas no salen bien, pero es cierto que es necesaria cierta recalibración según los cambios contextuales o nuestras valoraciones parciales. La evaluación del proceso debe tener impacto en las expectativas de éxito.
Estrategias para estudiar con motivación
Una vez que conocemos las claves del proceso motivacional, voy a mostrar las estrategias y hábitos que más ayudan a estar motivado mientras estudias para un examen. Parto de la idea de que estudiar es aprender y aprender es retener información útil en nuestra memoria para convertirla en conocimiento. Si somos capaces de retener adecuadamente la información y hacer que sea útil, es muy probable que alcancemos nuestras metas y, por lo tanto, mantenernos motivados.
- Planifica el tiempo de estudio. Crear hábitos reduce esfuerzo y automatiza muchas tareas. Busca un lugar tranquilo que sea utilizado solo para estudiar, a poder ser, siempre el mismo. Ayudarás a que tu mente se ponga antes en modo estudio. Elimina las distracciones y las auto-interrupciones. Fija horarios cerrados en los que solamente estudies. Según nuestros relojes internos, en general tenemos mayor capacidad cognitiva por las mañanas.
- Fija objetivos parciales y mide el nivel de logro. Como parte de la planificación, debes fijar objetivos para cada sesión de estudio. Por ejemplo: leer el tema 1 y hacer un mapa conceptual en dos horas. Cuando en una sesión cumplas tus objetivos, no sigas, descansa según lo previsto.
- Leer y subrayar no es suficiente. Por lo general, a nuestro cerebro no le gusta el esfuerzo. Sin embargo, aprender de verdad supone un coste energético alto. Esto hace que nos suela gusta más invertir el tiempo en leer los apuntes y subrayarlos. Pensamos que con esto ya estamos aprendiendo. Pues no, más bien estaríamos decodificando solamente. Necesitamos también almacenar la información y, sobre todo, evocarla. Un examen es todo un ejercicio de evocación, por lo tanto, hay que practicarlo.
- Evoca. La evocación consiste en tratar de rescatar de la memoria información almacenada en sesiones de estudio anteriores. Es una práctica incómoda y agotadora. No nos suele gustar, pero es altamente efectiva. Una buena manera de hacerlo es al inicio de cada sesión de estudio tratando de recordar lo visto en los días previos. Luego comprueba lo que has sido capaz de recordar y lo que no. Cuanto más espacio haya entre la sesión de estudio y la práctica de evocación más nos costará recordar la información, menos nos gustará la estrategia y más impacto positivo tendrá en aprendizajes efectivos. Tenemos que esforzarnos en saber diferenciar entre lo que nos gusta y lo que nos conviene. Aquí es donde hay que gastar las balas del esfuerzo.
- Relaciona conocimientos. Mientras leas un texto, por ejemplo, trata de activar tus conocimientos previos y relacionarlos con la nueva información que tienes entre manos. Establece relaciones continuamente entre los diferentes temas y asignaturas. Los mapas mentales te pueden ser de utilidad, pero hazlos primero sin mirar los apuntes, luego comprueba si están completos mirando tus materiales y evalúa aciertos y errores (práctica de evocación).
- Autoevaluación. Evaluarse a uno mismo (sin mirar materiales) es en sí una excelente estrategia de evocación. Recuerda que evaluar nuestros progresos nos ayuda a enriquecer el proceso motivacional.
He seleccionado estas 6 estrategias. Si quieres profundizar más, te recomiendo los libros de Héctor Ruiz (por ejemplo: ¿cómo aprendemos?) y la entrevista que le hice en el episodio 18 en el podcast de educación EduHacking.
Alimenta y cuida tu cerebro
En este artículo me he centrado en cómo estar motivados para estudiar en época de exámenes. Sin embargo, esto no es suficiente. Nuestra mente es un sistema complejo que depende de muchos factores para funcionar adecuadamente. Siempre me ha llamado la atención lo mal que se suelen cuidar los estudiantes en la época de exámenes. Se duerme menos, se come mal, se reduce el movimiento físico… Imagina un atleta que no cuida su alimentación días antes de su competición.
Es una muy mala idea no cuidar nuestra mente continuamente pero peor lo es cuando necesitamos un esfuerzo extra de nuestro cerebro. Y la época de exámenes lo es. Si vas en bicicleta cuesta abajo irás rápido pero tarde o temprano tendrás que pedalear. Ejercer esta fuerza requiere energía y que el material (cadena, pedales, ruedas…) se encuentren en buen estado. No te cuides y verás afectado profundamente tu rendimiento ante un examen. La motivación y las estrategias de aprendizaje no podrán con todo. Algunas pautas básicas:
– Descansa. Duerme tus horas por las noches. Una siesta corta también es muy beneficiosa para consolidar aprendizajes y darnos un plus para la parte de la tarde. Haz descansos cortos pero frecuentes. Por ejemplo, cada 50 minutos, 5 minutos de descanso aunque no estés cansado. No estudies más de 4-5 horas al día. Si estudias más, es muy probable que no lo estés haciendo bien. La atención es limitada y es insostenible estar todo el día concentrado. No des lugar a fatigarte en exceso, te costará más recuperarte.
– Movimiento y ejercicio. Además de tu rutina de entrenamiento (si es en naturaleza mejor), no dejes de moverte. Por ejemplo, cada 50 minutos date un ligero paseo al sol.
– Aleja distracciones. Tu atención es uno de los soldados más valiosos que tienes mientras estudias. No lo lleves al límite. En un artículo anterior escribí sobre el coste de las interrupciones. Como puedes intuir, las redes sociales no serán de mucha utilidad en este periodo.
– Alimenta tu cerebro. En el libro de Saludable Mente podrás profundizar más sobre esta cuestión. Por resumir, algunos alimentos que según la ciencia mejoran nuestro rendimiento cognitivo: acelgas, espinacas, ensalada, arándanos, fresas, sardinas, salmón, merluza, cereales integrales, nueces, almendras, avellanas, huevos, aceite de oliva, café, cacao, té verde, cúrcuma, jengibre, ajo o canela. Y por supuesto, eliminar malos alimentos (ultraprocesados) a veces funciona más que añadir buenos.
Advertencia: comer arándanos o salmón, no mejorará directamente el rendimiento en un examen. En época de exámenes no experimentes con demasiadas nuevas cosas a la vez, sobre todo las que te pueden dar ganancias marginales a corto plazo. Sin embargo, es recomendable ir incorporando este tipo de hábitos saludables. Un 1% de mejora a la larga, puede marcar muchas diferentes. En cualquier caso, la clave es pedalear, por muy buena que sea la bici y su estado sea óptimo.
En resumen, la época de exámenes es el momento más adecuado para cuidar nuestra motivación y utilizar las estrategias de aprendizaje más efectivas que permitan asimilar información útil lo más duradera posible. El objetivo es lograr mejores resultados, con un esfuerzo bien invertido y sin que afecte negativamente a la salud. Aprender es una de las claves para una longevidad saludable. Resulta irónico que la época de exámenes lo hayamos convertido en otra cosa bien distinta.