Nuestro cerebro ha evolucionado bajo el modelo causa-efecto para buscar explicaciones y con el menor coste posible. Queremos conclusiones rápidas empleando poca información. Esto nos condiciona para saber a qué atribuimos el éxito y el fracaso.
Estas autoatribuciones están motivadas por: la necesidad de predecir, controlar y conocer nuestro entorno; proteger la autoestima; o cuidar nuestra imagen ante los demás. Y a su vez están condicionadas por nuestros conocimientos previos, emociones y motivaciones.
En este artículo de blog aprenderás a valorar la importancia de educar en un adecuado proceso de atribución de los logros y los fracasos. Además, proporciono una herramienta fiable para saber el estilo atributivo que usas como estudiante o que usan tus estudiantes.
Hay varios modelos explicativos. Me voy a centrar en el propuesto por Bernard Weiner (1985), sintetizado muy bien en López et al. (2019).
Dimensiones de las atribuciones
La teoría atributiva de Weiner se centra en las consecuencias futuras que tiene para una persona las atribuciones que hace sobre sus éxitos o fracasos.
Anticipamos muchos resultados en función de los obtenidos en acciones previas. Por ejemplo, si tenemos una mal resultado en clase de música de pequeños, puede que en el futuro tengamos peores expectativas para aprender a tocar un instrumento musical. Esto afecta tanto a nuestra motivación como a la generación de emociones negativas.
Según esta teoría podemos encontrar ocho explicaciones causales del éxito o el fracaso según la combinación de tres dimensiones:
– Locus de control: el resultado depende de la persona (causa interna) o de la situación (causa externa). Se relaciona con emociones relativas a la autoestima.
– Estabilidad: la causa interna o externa persiste o no en el tiempo. Afecta especialmente a las expectativas.
– Controlabilidad: el logro del resultado está o no bajo el control de la persona. ¿Quién es el responsable? Relacionada con emociones de responsabilidad.
Dependiendo de estas combinaciones podremos generar emociones concretas, expectativas de futuros resultados, o afectará a la motivación de determinados comportamientos en ese ámbito. Si una niña o niño tuvo dificultades para saltar el potro en clase de educación física, puede que se perciba como poco habilidosa en los deportes.
8 atribuciones del éxito y el fracaso
Veamos con el ejemplo del rendimiento académico en un examen las diferentes explicaciones que podemos encontrar según Weiner.
Causa interna:
- Controlable y estable. El estudiante se esfuerza siempre o nunca.
- Controlable e inestable. En este examen se ha esforzado o no.
- Incontrolable y estable. Tiene o carece de capacidad para estudiar.
- Incontrolable e inestable. Su estado de ánimo en el examen es positivo o negativo.
Causa externa:
- Controlable y estable. Le suelen ayudar a preparar un examen o le ponen obstáculos.
- Controlable e inestable. En este examen le ayudaron o le pusieron obstáculos
- Incontrolable y estable. El examen es sencillo o difícil.
- Incontrolable e inestable. El estudiante tuvo buena o mala suerte en el examen.
Las diferentes formas de atribuirnos los logros dependen de experiencias pasadas, estados emocionales, contexto o rasgos de personalidad.
Según el modelo de Weiner deberíamos hacer atribuciones similares ante el éxito y el fracaso. Pero es obvio que no siempre es así.
Nos proporciona satisfacción y autoestima cuando atribuimos el éxito a nuestras características internas y estables. Y en los fracasos tendemos a buscar las causas en lo externo y en lo inestable.
Estilos de atribución más negativos suelen ser más realistas. Generan mejores reflexiones sobre los fallos y carencias y permiten hacer cambios para ser más adaptativos y progresar. Sin embargo, la autoestima puede verse afectada.
Depende de cómo se perciba
Está en nuestra mente la posibilidad de quedarnos con unas explicaciones y descartar otras ante el éxito y el fracaso.
Por ejemplo, la definición de tener éxito ante un examen, ¿de quién depende? El profesor pensará una cosa que puede ser distinta a lo que opine un padre y un estudiante. Para uno la nota de 7 puede ser un éxito y para otros un fracaso. Por lo tanto, es importante tener en cuenta que podemos manejar en última instancia la percepción de los resultados obtenidos.
Como docentes es importante guiar al estudiante en el proceso de atribución de causas. Es además una de las tareas fundamentales en el proceso de motivacional (ver artículo anterior). Dejo a continuación una herramienta para ayudar a los estudiantes en este proceso o si eres estudiantes, para que te puedas ayudar a ti mismo.
Se trata de la escala de causalidad multidimensional-multiatribucional que sirve para medir el estilo atributivo de las personas respecto a los resultados en sus estudios, diferenciando entre éxitos y fracasos. La escala fue creada por Lefcourt, Baeyer, Ware y Cox (1979), adaptada por Pérez y Bermúdez (1986) y la he recuperado de López (2019).
Tras su cumplimentación, verás que aparece en la pantalla los criterios para corregir los resultados y algunos comentarios de interés para la interpretación.
Hemos visto ocho maneras de comprender a qué atribuimos el éxito y el fracaso según la teoría de Weiner. ¿Cuál es la mejor? Dependerá de la situación, el nivel de autoestima del momento, del tipo de tarea, etc. En unas situaciones será pertinente tratar de ser realistas para aprender y en otras podrá ser más interesante «proteger» la autoestima.
¿Bajo control?
Pensar que los resultados que obtenemos son fruto de nuestros esfuerzos o capacidades sería actuar de manera ingenua. Dejarlo todo en manos del azar, podría parecer temerario.
Si se estudia y se aprende de manera eficiente es complejo no superar un examen, pero dependerá del tipo de examen que se ponga, las preguntas que toquen, nivel de ansiedad durante la prueba y en definitiva, factores que no controlamos o no teníamos previstos. En una oposición esta parte de azar e imprevistos puede ser decisivo.
En definitiva, mejor no venirnos muy arriba ante los resultados positivos y no fustigarnos mucho ante los fracasos. Es importante tener muy presente de que la realidad es percibida y única para cada persona.
Como dirían los estoicos, la calidad de nuestros pensamientos depende de nosotros. En parte, pasa por hacer un equilibrado juicio de las causas de nuestros éxitos y fracasos. El azar juega su papel. Y la culpa de los fracasos no siempre es de los demás.
Recuerda que la calidad de las atribuciones que hagamos en el presente de nuestros éxitos y fracasos repercute en nuestras motivaciones y emociones, pero además influirá con mucha fuerza en las expectativas futuras relacionadas con los ámbitos atribuidos.